Cocidos y frescos. Debido a su alto aporte en proteínas, es un alimento recomendado especialmente para el desarrollo muscular, por lo tanto muy apropiado durante la infancia, adolescencia y el embarazo (etapas de la vida con más necesidades de aporte proteico). La abundancia en yodo regula el nivel de energía de nuestro cuerpo, el correcto funcionamiento de las células y ayuda a fortalecer el cabello, la piel y las uñas. Rico, también, en hierro, fósforo, calcio, potasio, zinc, magnesio y sodio. Aporte de vitaminas, destacando sobre las demás la B3 y E.
Tal y como los sacamos de la bandeja, los podemos comer a temperatura de nevera en épocas veraniegas y a temperatura ambiente en épocas de más frío. Aunque ya son cocidos, los podemos pasar unos segundos por la sartén con ajo y perejil o por un sofrito “a la marinera” (cebolla, ajo, perejil, tomate, pimentón, sal, harina y un vasito de vino blanco) .
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